La paradoja del Wellness Corporativo

La paradoja del Wellness Corporativo

Las empresas como factores de cambio social deben entender que también son responsables de la salud de sus colaboradores.

POR PEDRO GALVÁN PARÍS*
Trastornos de ansiedad, estrés, soledad y depresión, entre otros, serán compañeros de viaje de los colaboradores a los que les ha afectado la pandemia anímica y emocionalmente. En este sentido, será vital que las organizaciones tomen notas de los beneficios del Wellness Corporativo.

Hace tres años los últimos estudios realizados por el Global Wellness Institute ya vaticinaban que la industria del bienestar movería en el mundo más de 3.7 billones de dólares americanos. En el nuevo contexto en el que nos encontramos, después de la pandemia, será un montante mucho más elevado. Esto, porque la oleada de las enfermedades mentales están recién desembarcando.

Ha sido Adam Grant, otra vez, quien ha puesto el título necesario en el New York Times. Él resume lo que miles de personas están padeciendo en la actualidad: languidecer (languishing). A este nuevo estado personal hay que sumar la evolución del VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) y el BANI (momentos quebradizos, ansiosos, no lineales e incomprensible). Por ende, nos abocamos a una desastre estructural.

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La oportunidad

Es necesario recordar que dentro del Bienestar o la Felicidad Organizacional de una empresa que quiere atraer y seducir talento, el Wellness es una variable fundamental dentro de la ecuación global de las acciones que tiene que emprender. La finalidad es que sus colaboradores sean más productivos.

En el estudio que lideró Hays Journal en 2018, el 62% de los trabajadores que disfrutaban de Wellness Corporativo aumentaron su productividad. El 50% redujo su absentismo por enfermedad.

Las empresas no pueden dejar la responsabilidad entera al departamento de Recursos Humanos para encarar la post-pandemia. No tiene sentido. Sí que tiene más coherencia que sea el departamento más importante en lo que respecta al dinero, quien sea el que dirija la propulsión de las personas para que no caigan en una crisis anímica que se atisba larga e impredecible. Finanzas es quien tiene que invertir en sus compañeros. De este modo, las bajas y la falta de productividad no se incrementarán.

El CFO tiene que alertar al CEO que los planes de prevención les ahorrarán mucho dinero.

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Soluciones

Los retos sobre cómo hacer que las personas se muevan en una época de sedentarismo absurdo son esenciales. No hace falta que recuerde la cantidad de estudios que proclaman la imperiosa necesidad de agitar el corazón al menos una vez al día. También es importante animar a que el aspecto social, mental y emocional se trabaje de óptima manera.

Las empresas obligan a sus colaboradores a trabajar sentados en una silla que, siendo, posiblemente ergonómica, les permitirá no tener dolores de espalda, cuello o codos. Sin embargo, la grasa, la fatiga y los nervios se irán acumulando. Por no hablar del incremento de número de gafas que se van a comprar en los próximos años ya que los ojos no se despegan de las pantallas.

La estrategia del Wellness Corporativo no consiste en pagar la mitad de la cuota del gimnasio a los colaboradores. Es mucho más exigente a nivel estratégico ya que se trata de crear un movimiento abstracto liderado por una idea general: más sanos trabajamos mejor.

Es necesario, por ejemplo, un sentimiento de equipo interempresarial para competir con otras compañías o generar grupos intraempresariales para que las personas puedan jugar entre ellas. Se basa en ser creativos. Lo mismo en dejar en manos de profesionales el diseño de planes de mejora para que los cuerpos, el cerebro y los corazones estén en la medida en que se pueda, preparados para aguantar la tormenta perfecta que apuntaba al inicio de este artículo.

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Wellness Corporativo y tecnología

La tecnología es fundamental para la individualización de los sistemas generados para dar el servicio necesario a cada uno de los colaboradores independientemente. Por eso, es tan necesaria la inversión, ya que las personas en las empresas son diferentes. Habrá gente que no pueda comer gluten y otros que no pueden hacer un deporte más agresivo que sus compañeros. Existirán personas que no les sienten bien ciertos alimentos y otras que sean más nocturnas que diurnas.

Sin embargo, me surge una paradoja, porque las empresas van a obtener tanta información de sus empleados que deberán tener preparados los procesos y el objetivo de saber el uso de esos datos. Por tanto: ¿Conseguirán una mejor prima de seguros porque sus colaboradores están más “sanos” que el resto? ¿Las aseguradoras querrán conocer esos datos? Y ¿dónde estarán los límites, si la política de comunicación interna invita a los empleados a cuidarse más y hay algunos no quieren hacerlo?

¿Podrán seguir siendo imperfectos?¿Se multará a los gordos o fumadores? Esperemos que nos dejen de seguir viviendo con nuestras incongruencias.

Fuente: https://forbescentroamerica.com/

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