Es un momento para reflexionar sobre la carga mundial del cáncer y celebrar los avances en la detección que han dado como resultado una disminución de la mortalidad por la segunda causa principal de muerte en todo el mundo.
Se diagnostican casi 20 millones de nuevos casos de cáncer al año y aproximadamente 9,7 millones de muertes según las estadísticas más recientes publicadas por la Organización Mundial de la Salud. Esto significa que aproximadamente una de cada cinco personas desarrollará cáncer en algún momento de su vida.
A nivel mundial, el cáncer de pulmón fue el cáncer más común, seguido del cáncer de mama y luego el cáncer colorrectal. El cáncer de pulmón también sigue siendo el cáncer más mortal, seguido del cáncer colorrectal y el cáncer de hígado.
Estados Unidos tiene una carga significativa de cáncer, con una estimación de más de dos millones de cánceres diagnosticados este año, según la Sociedad Estadounidense del Cáncer. Se proyecta que ocurrirán más de 600.000 muertes por cáncer en los EE. UU. solo en 2025.
A pesar de estas cifras aparentemente alarmantes, las tasas de mortalidad por cáncer siguen disminuyendo, ya que se han evitado 4,5 millones de muertes por cáncer desde 1991, en gran medida debido a la mejora de los programas de detección, los avances en los tratamientos y la reducción del tabaquismo.
En Estados Unidos, los diagnósticos de cáncer han disminuido en los hombres, pero han aumentado en las mujeres, en particular en las mujeres jóvenes y de mediana edad. Por ejemplo, las mujeres menores de 50 años tienen una tasa de incidencia de cáncer un 82 % mayor en comparación con los hombres, lo que supone un aumento respecto del 51 % en 2002. Desde 2021, incluso los casos de cáncer de pulmón en mujeres han superado a los observados en los hombres.
Los últimos datos sobre el cáncer, tanto a nivel mundial como específicamente en Estados Unidos, demuestran la creciente carga de cáncer en personas de mediana edad y jóvenes, en particular en las mujeres. Las razones de estas tendencias emergentes no están del todo claras, pero se sabe que muchos factores de riesgo modificables contribuyen al cáncer.
Se sabe, por ejemplo, que el alcohol causa siete tipos de cáncer diferentes, incluidos algunos que están aumentando entre las mujeres jóvenes, como el cáncer de mama. Según una encuesta de Gallup, casi dos tercios de los adultos estadounidenses (63%) beben alcohol. A nivel mundial, 2.300 millones de personas beben alcohol, lo que significa que casi 1 de cada 3 personas bebe, según la Organización Mundial de la Salud. Como lo demuestra el Asesoramiento sobre el alcohol del Cirujano General saliente de los EE. UU., ninguna cantidad de alcohol es segura e incluso pequeñas cantidades pueden aumentar el riesgo de contraer cáncer, en particular cáncer de mama.
Además, el sobrepeso o la obesidad están relacionados con al menos 13 tipos de cáncer diferentes según los CDC, incluidos algunos que están aumentando entre los jóvenes, como el cáncer de mama, tiroides y colon. Casi el 75% de los adultos estadounidenses tienen actualmente sobrepeso u obesidad, lo que sin duda contribuye a la gran carga de cáncer en Estados Unidos.
Los avances futuros en el progreso del cáncer se ven amenazados por las desigualdades socioeconómicas y raciales que siguen siendo generalizadas tanto a nivel mundial como en Estados Unidos. Solo el 39% de los países del mundo cubren los aspectos básicos del tratamiento del cáncer para sus ciudadanos, según la encuesta mundial de la OMS sobre cobertura sanitaria universal. Por ejemplo, los servicios de salud para el cáncer de pulmón tenían entre cuatro y siete veces más probabilidades de estar incluidos en los países de altos ingresos en comparación con los de bajos ingresos.
Las disparidades raciales, en particular en Estados Unidos, también son alarmantes. Los nativos americanos tienen la mayor mortalidad por cáncer y tienen entre dos y tres veces más probabilidades de morir de cáncer de riñón, hígado, estómago y cuello uterino en comparación con los estadounidenses blancos. Los estadounidenses negros tienen el doble de probabilidades de morir de cáncer de próstata, estómago y útero en comparación con los estadounidenses blancos. Estas desigualdades subrayan la importancia de ampliar los programas de detección a todas las personas, aumentar el acceso a la atención tanto en los barrios rurales como en los de bajos ingresos, así como promulgar políticas para combatir el racismo sistémico en la atención médica. Esto se puede lograr, en parte, ampliando la cobertura sanitaria universal y Medicaid en todos los estados, así como abordando el sesgo racial en las instituciones de atención médica mediante capacitación sobre sesgo implícito y protocolos de tratamiento estandarizados.
La buena noticia es que las muertes por cáncer están disminuyendo a nivel mundial. A pesar de este avance tan importante, la carga mundial de inequidades y disparidades en la atención del cáncer sirve como un duro recordatorio de cuánto trabajo aún queda por hacer.